Destemplados

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Hace mucho frío. Las bajas temperaturas nos acercan al centro y norte de Europa y nos hacen ser y sentir un poquito más europeos cada día, alejándonos sentimentalmente de climas templados, paradigmas de bienestar. Hace años que todo el mundo lo viene comentando, incluso yo puedo mantener unos minutos de esa eterna conversación sobre cómo están desapareciendo la primavera y el otoño y que, en cuatro días, pasamos del calor asfixiante del verano a otras temperaturas que nada tienen que envidiar a Rovaniemi, cuna de Papá Noel. Una conversación que tendría sentido en las antiguas sociedades recolectoras, a expensas del clima que regía la actividad agrícola, pero absurda hoy en día, cuando el aire acondicionado y la calefacción permiten elegir un clima a la carta.
Para seguir cerca de la rica y fría Europa que tanto nos ha calentado hasta ahora, si las estadísticas no nos acercan al crecimiento, se cambian y listo. España está buscando indicadores diferentes al producto interior bruto (PIB), es decir, a la riqueza del país, que disimulen la situación y que, en definitiva, nos muestren dignos de confianza. Pero ni siquiera ayuda el clima, un tanto destemplado. Por eso, entre esos nuevos indicadores se baraja incluir la sostenibilidad medioambiental. Y es ahí donde podemos dar la talla y donde los economistas mayores del reino parecen haber dado en la diana. La crisis económica, que se ha traducido en una caída de la actividad industrial, ha provocado que las emisiones de gases de efecto invernadero hayan caído (en Catalunya el 16,3% en los últimos dos años). Este buen dato, que a algunos ya les hiela la sangre, ayudará sin embargo a converger con Europa en los dosieres y presentaciones de power point. Y a seguir calentitos durante un tiempo.