Roma no paga a traidores

La muerte de Viriato (José Madrazo)

Los duros ajustes que exigen los mercados para recuperar la confianza perdida en la solvencia de los países europeos y, por ende, en el mismo concepto de Europa, están poniendo en jaque a la clase política gobernante. Recortes sociales, laborales, menos gasto, más fisco, menos público, más privado… Los mercados siguen hambrientos después del festín, pero siguen sin fiarse y exigen a Europa que siga cebando más hijos para saciar su gula.

Para satisfacer las ansias expansionistas del monstruo, los políticos europeos se han  obligado a traicionar sus políticas, su concepto de crecimiento, su ideología, a ellos mismos y, finalmente, también a traicionar y decepcionar a millones de personas que un día sí confiaron en ellos, voto mediante.

Las medidas que han de hacernos más pobres ya están en marcha y, aunque con mayor o menor celeridad, diluirán el sueño de la prosperidad. Cuando volvamos a los mercados ofreciéndoles el sacrificio, cabe la posibilidad de que la historia se repita y nos digan lo que espetó en su día el cónsul romano a los asesinos sobornados del valiente guerrero Viriato, su principal rival, precisamente en Portugal, que desafió a las huestes romanas hasta el final.  «Roma no paga a traidores». Pues eso. Los traidores no sólo no cobraron la recompensa prometida, sino que fueron ejecutados.